El ideal del individuo femenino de J. J. Rousseau

 

 

Ester A. S de Jaraz

 

 

 

 

 

El objetivo principal del trabajo es analizar cuáles fueron las principales características del

nuevo ideal de mujer que propone J. J. Rousseau en el Libro V del Emilio. La pregunta que

inmediatamente despierta nuestra curiosidad es la siguiente: del análisis de la propuesta que hace

Rousseau para el individuo moderno que simboliza Emilio, ¿la mujer también se halla incluida

dentro de esas características o inevitablemente existen algunas diferencias?

Lo primero a lo que haremos referencia es a la concepción que tiene Mario Heler del

romanticismo como movimiento cultural en general: “el romanticismo puede ser considerado una

rebelión contra las insuficiencias y unilateralidades del pensamiento moderno, sin renunciar a los

presupuestos fundamentales de tal pensamiento”.

1

A partir de esta afirmación es que se puede

volver a repreguntar si Sofía es incluida en esta rebelión, y en que términos. Desde la perspectiva

del presente tenemos que incluir otra cuestión ¿la propuesta de Rousseau se refiere a alguna

problemática que hoy tiene plena vigencia?

1. Nociones teóricas generales

1.1. El estado de naturaleza

El libro V del “Emilio” titulado “Sofía” tiene por objeto el retrato de la mujer ideal:

En su esfuerzo por hacer a las mujeres jóvenes deseables a los ojos de los hombres de buena

posición social, innumerables libros de conducta y obras de instrucción para mujeres,

representaron una configuración específica de los rasgos sexuales como aquéllos de la única

mujer apropiada que los hombres de todos los niveles de la sociedad querrían como esposa [..]

Estos escritos asumían que la educación idealmente haría a una mujer desear ser lo que un

hombre próspero desea, que es sobre todo a una mujer. Por tanto, ella debía carecer de los

deseos competitivos y ambiciones mundanas que consecuen-temente pertenecían -como algún

principio natural- al hombre.

2

Si queremos entender la diferencia entre el hombre natural que es Emilio y la mujer que es

Sofía debemos necesariamente acudir a la noción de Estado de Naturaleza. Esa noción es

1

Heler, Mario, La cuestión del individuo. El individuo moderno y su crisis actual, Bs. As., Biblos, 1998.


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2

importante en la medida en que la naturaleza de ambos y su ulterior proyección social son

radicalmente distintos. Emilio surge del estado de pura naturaleza, que es un estado en que la

semejanza y la independencia entre los salvajes, incluidas en este término las mujeres, son los

rasgos característicos que serán traspasados al estado social bajo la definición de igualdad y

libertad. Y sobre estas nociones es que se construye el modelo político rousseauniano, y Emilio

es el sujeto moralmente autónomo de ese modelo. Sofía tiene también un lugar en el estado de

naturaleza, en el estado presocial; ese lugar es el ámbito de la domesticidad.

El dominio doméstico priva a la mujer de autonomía y constriñe su subjetividad. Dada esta

descripción es fácil comprender la hipótesis de Cobo: “existen dos estados de naturaleza, dos

contratos y dos espacios sociales”.

3

1.2. La unidad como máximo bien

Todas las nociones teóricas rousseaunianas apuntan hacia la unidad porque ella es el máximo

Bien. Es en este sentido que tanto el estado de naturaleza como la sociedad posterior al contrato

social son el bien, porque ambos modelos están construidos desde la unidad. Sin embargo, hay

que poner de relieve que la unidad sólo es aparente, porque el estado de naturaleza es aquel en el

que aparece la sujeción de las mujeres. El contrato social no es posible si previamente las

mujeres no han sido sujetadas mediante el contrato sexual. Y el espacio público, en tanto espacio

de la libertad y de la autonomía moral, no puede existir sin el espacio privado, en cuanto lugar de

reproducción de lo público y de sujeción de las mujeres mediante el contrato matrimonial. En

este lugar es interesante hacer referencia al interrogante que Cobo se plantea: “¿hubiese podido

ser autónomo el individuo rousseauniano si las mujeres no hubiesen sido definidas desde la

heteronomía?”

4

1.3. Los espacios sociales

2

Cobo, Rosa, Fundamentos del patriarcado Moderno. Jean J. Rousseau, Madrid, Ed. Feminismos, 1995, p. 207

3

Cobo, Rosa op. cit. p. 209

4

Cobo, Rosa op. cit. p. 211


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3

Emilio y Sofía son educados teológicamente a fin de desempeñar las funciones sociales

necesarias para la reproducción de un tipo de sociedad que es la patriarcal. La función de ambos

se distribuye de la siguiente manera: la de Emilio será económica y política y la de Sofía será

doméstica. De esta forma, las dos funciones sociales se constituyen en los ejes fundamentales de

los espacios de dicha sociedad: el público y el privado.

1.4. Rousseau y los ilustrados: la importancia de la ley para el individuo

Al igual que otros ilustrados, Rousseau crea un individuo capaz de transformar sus propias

circunstancias históricas por medio de la producción de leyes que son a un tiempo la extensión y

contención de sus deseos. No obstante la extensión y contención de la subjetividad no se produce

de igual modo en los dos sexos. Las doctrinas iusnaturalistas y contractualistas amplían los

márgenes de la subjetividad masculina, mientras que la subjetividad femenina será sometida a un

proceso de contención, cuyos límites estarán señalados por el nuevo ideal de feminidad y por la

nueva familia nuclear patriarcal.

1.5. La sensibilidad: su rol en la sociedad

La idea de naturaleza es utilizada como paradigma legitimador de sus modelos políticos y

pedagógicos. Rousseau identifica la naturaleza con la voz interior. También usa indistintamente

los términos sensibilidad, sentimiento interior, luz interior o conciencia. La sensibilidad

desempeña un rol importante porque une al individuo con la sociedad. Es la que funda la moral

que estructura la sociedad. Además, por ser una cualidad común a todos los individuos, es el

principio sustantivo sobre el que se construye la primera noción de igualdad. Estos principios son

los que deben ser proyectados en la sociedad como formas políticas y morales.

1.6. La razon: diferencia que fundamenta la desigualdad entre los generos

Cobo señala muy acertadamente que Rousseau, con respecto a este tema, hace afirmaciones

contradictorias. La autora denomina a esta forma de proceder “falacia naturalista”. Esta falacia

consiste en “derivar conclusiones expresadas en un lenguaje evaluativo (el lenguaje de los juicios

de valor o de las normas) a partir de premisas expresadas en un lenguaje descriptivo (el lenguaje


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de los juicios de hecho)”. Según ella, Rousseau primero afirma que lo único que diferencia a los

sexos es la biología, pero luego extiende a esa diferencia a todos los territorios: el conocimiento,

la moral y la política.

Rousseau divide la razón y el conocimiento en función de los géneros: el colectivo

masculino tiene asignadas la abstracción y la especulación: su espacio es el de los

fines. Al colectivo femenino, por el contrario le es atribuida la razón pragmática

(instrumental), es decir el espacio de los medios.

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De la declaración de las funciones distintas para los dos géneros podemos deducir que en el

caso de Emilio, la función de la razón es a través del preceptor reorientar, dirigir o corregir las

fuerzas innatas de la naturaleza; mientras que en el caso de Sofía, la razón sólo se convierte en

instrumento de sujeción por la función que cumple. Esta apreciación se puede inferir de la

manera en como Rousseau caracteriza a la naturaleza femenina. Según Rousseau dos son los

elementos que la caracterizan:

1º) La maternidad: es una idea recurrente en sus escritos cuando se refiere a las funciones

sociales de las mujeres. Lo considera más que un componente decisivo de su naturaleza, su

destino.

2º) La sujeción al esposo: esta dependencia significa su obediencia y su falta de libertad. Pero

esto no implica que se las deba educar en la ignorancia y se las convierta en sirvientas de sus

maridos. Según el modelo rousseauniano deben estar sujetas al varón no por la fuerza, sino

por el consentimiento. Y éste último se consigue a través de las nociones de amor y virtud.

La esposa obedece al marido y cuida de sus hijos porque les ama y porque así se

convierte en una mujer virtuosa. Lo primero que debe aprender es a estudiar

profundamente el espíritu del varón, pero no desde el punto de vista general o

abstracto, sino observando los varones próximos a ella, aquéllos precisamente a

quienes está sujeta o bien por ley, o bien por opinión.

6

Evidentemente, entonces, toda la educación de las mujeres debe orientarse sin duda a los

hombres. Entonces, como señala Cobo, si la naturaleza de la mujer está dirigida al sometimiento

del marido, no resulta lógico que su socialización deba fundarse en la interiorización de la

coacción, porque ya estaría implícito en su naturaleza. En realidad más que reorientar la

5

Cobo, Rosa op. cit. p. 230


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5

naturaleza de Sofía, sigue diciendo Cobo, la educación más bien la violenta. Rousseau no parece

poder explicar porque la socialización a la que somete a Sofía es fundamentalmente coactiva en el

fondo y en la forma.

2. Prototipo ideal de la mujer natural

El prototipo de la mujer natural es una mujer casta y modesta, pronta a tener en cuenta las

opiniones de los demás y dedicada por completo a su familia y a su casa. Los ejes alrededor de

los cuales gira este ideal son tres:

a. sistema de valores: castidad y modestia.

b. marco privado con funciones económicas: la domesticidad.

c. principio de cohesión social: sujeción a la opinión.

La importancia de este ideal de domesticidad es para Cobo doble:

1. cualquier persona perteneciente a la categoría media podía creer a través de esta forma de

representación de las relaciones horizontales de parentesco, que estaba a su alcance el mismo

ideal de vida doméstica.

2. a su vez, este modelo doméstico y el ideal de feminidad es el único que podía garantizar la

unidad social, ya que el voluntarismo político implícito en la voluntad general rousseauniana

no lo podía hacer.

Los tres ejes del prototipo ideal se explican de la siguiente manera:

2.1. Ideal de la mujer virtuosa

La mujer virtuosa es aquella que puede controlar sus pasiones sexuales. Dicho control sólo

puede realizarse a través del matrimonio. Las mujeres son la fuente de la pasión sexual que es

considerada por Rousseau como una poderosa fuerza difícilmente controlable. La regulación de

ese deseo ilimitado se realiza en el marco familiar patriarcal y su objetivo es la producción de

formas de comportamiento que normalicen el deseo sexual femenino, a fin de que el varón pueda

ejercer plenamente su ciudadanía y alcance definitivamente su unidad psíquica.

2.2. Complementariedad de los sexos y de las esferas publica y privada

6

Cobo, Rosa, op. cit., p. 231


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La familia además tiene otra dimensión muy importante en el pensamiento rousseauniano.

Existe imperfección en cada sexo por separado: solo los dos sexos juntos y unidos a través del

matrimonio adquieren la perfección moral y se convierten en otra unidad.

La teoría de complementariedad de los sexos en Rousseau, se corresponde a su vez

con la complementariedad de la familia y el Estado.

La unión de los dos sexos se superpone con la unión de las dos esferas (pública y

privada) en una unidad moral superior. Del mismo modo que la familia es el soporte

estructural del Estado, la mujer constituye el fundamento de la autonomía moral del

varón. Sin embargo, la complementariedad de los sexos, por una parte, y de la familia

y el Estado por la otra no están ni concebidas ni organizadas simétricamente. Del

mismo modo que los sexos no concurren a esa unidad moral desde la igualdad, sino

desde la autonomía del varón y la sujeción de la mujer, la familia y el Estado tampoco

reposan sobre los mismos valores y normas. La teoría del Estado de Rousseau se

organiza en torno a la defensa y salvaguardia de la libertad y de la igualdad de los

ciudadanos (varones) y la familia en la concentración de la autoridad del esposo y en

la completa sujeción de la mujer.

7

2.3. La maternidad

El ejercicio de la virtud de la mujer rousseauniana culmina con la maternidad. La madre debe

ser solícita y tierna con sus hijos porque su afecto es lo que garantiza la unidad social. Mediante

el ejercicio de la maternidad se logra instaurar el orden moral en la sociedad civil. La mujer logra

su renaturalización cuando puede abandonar, a través de la función de maternidad, la idea de

“amor de sí” y toda idea de desarrollo y conservación de su individualidad, para cultivar y exaltar

el “nosotros” a través de sus hijos.

2.3. El ámbito natural del amor: la familia

La familia sobre la que teoriza Rousseau resume el amor entre los miembros de la pareja, la

exaltación de la maternidad y la familia como instrumento de transmisión de la propiedad y como

instrumento de socialización.

Rousseau, según Cobo, con su concepto de familia patriarcal, al que grupos económicos y

políticamente divergentes podían tomar como referente, ayudó a producir la ficción de las

afiliaciones horizontales, aun cuando ésta no se materializó como realidad hasta el siglo siguiente.

7

Cobo, Rosa, op. cit., pp. 242-3


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3. Conclusiones

La sociedad rousseauniana reposa sobre el concepto de virtud. El problema es que la virtud

reviste significados radicalmente diferentes para cada género. El varón alcanza la virtud al

ejercer la ciudadanía, mientras que la mujer deviene virtuosa al desempeñar las funciones de

esposa y madre. El interés de Rousseau en esta función de las mujeres reside en que ella es la

portadora de la piedad y por tanto, su tarea es educar a los hijos para ejercer la ciudadanía. El

ejercicio de la maternidad es la que hace posible que los niños recuperen ese sentido del estado de

naturaleza. El niño interioriza la piedad en el ámbito familiar y la transporta al espacio público

cuando se convierte en ciudadano. La educación pública completará la tarea de la madre.

Con el fin de completar este panorama me parece importante hacer mención a la propuesta de

Nancy Armstrong, quien sostiene lo siguiente:

Este nuevo modelo de mujer -la mujer doméstica, “reina del hogar”- no constituyó

simplemente un modelo de feminidad, sino que acabó convirtiéndose en el modelo de

subjetividad para el individuo moderno, producto de la cultura burguesa en formación,

basada sobre unos valores que implicaban el desplazamiento de lo socio-político en

favor de las relaciones aparentemente universales y subjetivas (emocionales y

sexuales) entre hombres y mujeres individuales.

8

Dado este desarrollo podemos contestar a la pregunta inicial, sobre si la rebelión que

constituyó el movimiento romántico en contra de las insuficiencias y unilateralidades del

pensamiento moderno incluyó a la mujer, diciendo que solo la incluyó como medio para que el

varón alcanzara su renaturalización. La mujer por sí misma y para ella misma no la podía

alcanzar. En este momento, a través de la ficción de la domesticidad no tuvo acceso ni al

ejercicio de la ciudadanía ni al goce de las afiliaciones horizontales.

También se planteó al principio del trabajo de si la problemática a la que trata de dar

soluciones Rousseau tiene hoy plena vigencia. Propongo repensar esta problemática del

individuo femenino desde dos perspectivas:

En la primer perspectiva la intención es preguntarnos si ha cambiado la situación de la mujer

desde el siglo XVIII. No es necesario hacer grandes esfuerzos para darnos cuenta que


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indudablemente se han logrado grandes avances en cuanto al acceso que tiene la mujer a la

ciudadanía y a las filiaciones horizontales. Pero, al mismo tiempo no podemos negar que las

dificultades existen aun cuando se den en formas distintas y más sutiles que en los otros siglos.

Dentro de esas dificultades podemos mencionar, como por ejemplo, la imposibilidad de la mujer

para acceder a puestos de trabajo como a lugares de poder político en un pie de igualdad con los

hombres, y lo que indudablemente es necesario destacar es la persistencia de una concepción

patriarcal tanto de la vida doméstica como de la razón y del ejercicio de la ciencia. El desarrollo

de un nuevo tipo de familia y de una perspectiva epistemológica que no discrimine a la mujer es

dificultosa y es un desafío que queda por lograr.

La segunda perspectiva encara la cuestión en los términos de la relación entre Feminismo e

Ilustración. Según Molina Petit,

9

el Feminismo ha mantenido con la Ilustración una relación

compleja de atracción y repulsión. En principio, dice la autora, “podríamos decir que todo

feminismo es un movimiento ilustrado en cuanto a sus raíces y a sus pretensiones

reinvindicativas”.

10

Los presupuestos de la Ilustración que han posibilitado el feminismo son: la

universidad de la razón, la exigencia de la igualdad, la pretensión de desencantamiento del

mundo, de la liberación de prejuicios, el horizonte de emancipación. Pero el caso es que ni la

Ilustración ni el movimiento romántico otorgan un lugar de igualdad a la mujer al excluirla del

ámbito de la racionalidad y propiciar su dominación. Entonces cabe preguntar, según Molina

Petit, si “el feminismo ha de seguir siendo ilustrado, si la Ilustración ha de ser -como ha sido- el

marco ineludible para plantear correctamente las reivindicaciones feministas o si por el contrario,

el feminismo debe abandonar su herencia ilustrada porque la Ilustración no da más de sí, si es un

camino cerrado una vez descubierto el verdadero rostro de la razón ilustrada como razón

patriarcal”.

11

8

Amstrong, Nancy, Deseo y ficción doméstica, Madrid, Ed Feminismos, 1991, p. 9

9

Molina Petit, Cristina “Ilustración y Feminismo - Elementos para una dialéctica feminista de la Ilustración”. Actas

del seminario permanente “Feminismo e Ilustración 1988-1992” Instituto de Investigaciones feministas, Universidad

Complutense de Madrid.

10

Molina Petit, Cristina op. cit. p. 7

11

Molina Petit, Cristina, op. cit., p. 8


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9

La propuesta de Molina Petit es que el Feminismo no necesita salirse de los carriles de la

Ilustración porque aduce que no toda razón ilustrada tiene que ser razón patriarcal aunque así se

haya conformado. Y continúa diciendo:

Creemos que pueden seguirse manteniendo los ideales de la Ilustración por la vía del

desarrollo de otro tipo de racionalidad dialógica, una racionalidad a la manera

habermasiana que, superando el paradigma sujeto-objeto tomara el paradigma de la

intersubjetividad -todos sujetos-mediada lingüísticamente - todos pueden “hablar”- y

que en este “hablar” como dice Iris Young tratando de superar la implícita dicotomía

habermasiana entre razón y deseo, no se obviaran los aspectos expresivos de la

comunicación, los puntos de vista “parciales”(experienciales) y los motivos que no

siempre son racionales.

12

Agregado a esto, no podemos concluir el trabajo sin antes hacer una breve reflexión acerca de

las consecuencias sociales y en general en todos los ordenes, que ha provocado el uso del

argumento del estado de naturaleza y me refiero con ello no solamente a Rousseau. Este

argumento , en la forma en que ha sido utilizado y/o aplicado por distintas teorías e ideologías

provocó una larga cadena de sujeciones de distinto tipo según se tratase de hombres, mujeres,

aborígenes y por que no también sobre la relación del hombre con el planeta tierra. Sujetó a la

mujer a la autoridad del hombre para que controlara su sexualidad( contrato sexual), sujetó al

hombre(varon) a la institución del Estado absoluto y al autoritarismo para poner límite a su

naturaleza anti-social (contrato social), sujetó a los aborígenes con la excusa de su salvajismo

para apropiarse de sus tierras, sujetó al planeta a la acción expoliadora del hombre moderno para

ponerlo a su servicio y no viendo en él nada más que un conjunto de recursos. Teniendo en cuenta

todos estos obstáculos, el feminismo tiene entonces, ante sí un desafío: elaborar las propuestas

de tal manera que no necesiten caer en ningún argumento naturalista o su equivalente :el

argumento esencialista.

12

Molina Petit, Cristina, op. cit., p. 13